Cuando nos planteamos el ir a Rusia y vimos que había vuelos a Kaliningrado desde Barcelona, nos costó bastante encontrar la ciudad en el mapa, de hecho es una ciudad que ni siquiera está unida al resto de Rusia.
Esta ciudad, fundada en 1255 era la capital de Prusia Oriental y se conocía como Königsberg. Esta preciosa cuidad fue un centro cultural prusiano hasta que en 1945 fue casi totalmente destruida por los soviéticos que llegaron a tomar 100.000 prisioneros en esta cuidad.
Dada su situación estratégica en el mar Báltico, los soviéticos decidieron expulsar a toda la población alemana y reconstruir la ciudad desde cero llenándola de su propia población a la que se le ofrecieron incentivos para poblar el nuevo territorio y para borrar todo vestigio alemán, le pusieron el nombre de un general recientemente fallecido, pasando a llamarse Kaliningrado.
Fue estratégica durante la guerra fría ya que era la única salida al mar de la URRS que no se congelaba en invierno. Una vez caída la Unión Soviética permanece como una región (Ovlast) de Rusia, totalmente aislada del resto del territorio ruso, dado que hace frontera con Lituania, Polonia, Bielorrusia y al norte con el mar Báltico.
Debido a su alto valor militar durante años fue una ciudad totalmente cerrada al turismo extranjero, así que en cierto sentido nos sentimos afortunados de poder estar allí. Aunque lo cierto es que en los últimos años se quiere promocionar el turismo, no en vano han construido un nuevo aeropuerto y fue una de las sedes del mundial Rusia 2018, entre otros partidos se disputó el España vs Marruecos.
Pero vamos a lo interesante ¿Qué se puede ver aquí?
Catedral Königsberg
La antigua catedral luterana es patrimonio Mundial de la UNESCO. Es prácticamente la única zona donde se conserva su arquitectura original, junto a restos de la antigua muralla.
Museo del océano
Es un lugar muy recomendable para familia con niños. Incluye una exposición de peces, una gran cantidad de buques y artefactos rusos.
Y hasta un antiguo submarino ruso.
Museo del ámbar
Este museo abierto desde 1979, alberga alrededor de 14.000 piezas individuales, entre las que se encuentran la segunda pieza de ámbar más grande del mundo, de 4280 gr. Está ubicado en una bonita fortificación del Siglo XIX.
Museo del bunker
Durante la Segunda Guerra Mundial, este bunker fue la sede del ejercito alemán. Fue el último reducto de resistencia alemana en la cuidad y dado el alto valor que los rusos dan a la victoria sobre los nazis (en todas las ciudades encontramos una plaza o un monumento a la victoria en la «gran guerra patriótica»), decidieron mantener el bunker intacto y transformarlo en un museo dedicado a la toma de ciudad. La visita es gratuita y totalmente recomendable.
Recorrer ese largo pasillo de hormigón y acceder a esas pequeñas habitaciones individuales, te ayudan a hacerte una idea de las condiciones en que vivían los soldados nazis.
Pueblo pesquero: Rybnaya derevnia
Esta zona de la ciudad recibe el nombre de “Pueblo pesquero” debido a que antiguamente, en esa misma zona se vendía pescado. Este barrio tiene un alto valor cultural y económico, dado que están llenos de lugares de ocio, cafeterías y restaurantes tanto para los lugareños como para los turistas. La arquitectura de la zona hace referencia al estilo que tenía la ciudad de Köningberg antes de la guerra, es decir, lejos de las típicas construcciones grises comunistas, aquí podemos ver un coqueto faro y bonitos edificios. Si se sube al faro, se puede tener unas bonitas vistas de la isla de Kant, donde se encuentra la catedral.
La casa de los Soviets
Los habitantes de la ciudad llaman a este edificio “el robot enterrado” debido a que su apariencia recuerda la cabeza de un robot gigante que está enterrado hasta los hombros en el suelo. El edificio está situado en la plaza central de Kaliningrado. Su construcción comenzó en 1970 y, a fecha de hoy, su interior sigue todavía inacabado e inutilizable. Para muchos, la Casa de los Sóviets uno de los peores ejemplos de la arquitectura soviética de la posguerra.